Capítulo 7.
Holaa! Primero pido disculpas, de verdad siento haber
desaparecido. Lo primero que voy a hacer es PROMETEROS que voy a subir TODOS los
MIERCOLES. Lo segundo es daros una pequeña explicación, estoy en el instituto, y
parte de las cosas que aparecen en esta historia sucedieron en el curso anterior,
cuando las cosas iban medianamente bien. Ahora… Bueno, mi mejor amiga, ha dejado
de hablarme, me dijo cosas que dolieron y en clase me siento bastante sola, he querido
irme del instituto y la verdad muchas veces me ha costado seguir adelante porque
me han hecho la vida un poco imposible. La razón por la que no he escrito es porque
tengo que recordar momentos felices que ahora me hacen bastante daño, y cada vez
que intento escribir la más mínima cosa, empiezo a llorar.
Ahora las cosas se han arreglado algo y siento que ya no puedo seguir
escondiéndome, así que aquí estoy para ustedes. Por último, pediros perdón de nuevo,
pero esta vez porque el capítulo es muy corto, pero os prometo que la semana que
viene será mucho más largo y traeré algo bastante emocionante. Un beso y gracias
por no olvidaros de mí.
Borja:
Idiota.
Capullo. Cabrón… Se atrevió a tirarle algo, fue capaz de meterse con ella y
aunque puede que haya sido sin querer, nadie atenta contra ella.
-¿Qué
pretendes, chulito?-pregunta cuando llego a su altura. Encima de estúpido,
machito…
Lo
miro con superioridad, desde arriba. Le saco una cabeza y además mis músculos
están considerablemente más desarrollados, pero aun así tiene las manos y la
mandíbula apretadas, dispuesto a una pelea. Y creo que realmente este tío no
aprecia en lo más mínimo su vida, ¿de verdad quiere empezar una pelea contra
mí?
-¿Te
crees muy guay, verdad, porreta?- su cara se desencaja, sorprendido por como lo
he llamado.-Aléjate de ella, no la toques, no la mires y mucho menos le tires
estás mierdas, ¿lo entiendes?-adelanta un paso, poniendo una cara asesina, y la
verdad es que me da risa y no miedo. Él no sabe lo que he vivido en la calle,
él no sabe nada. Y un chico como él que se las da de duro porque cree que la
vida es cruel, y que piensa que lo mejor que puede hacer es liarse un porro, no
me da miedo, si no pena. Sé lo que se siente. Sé como es la sensación de que lo
único que vale la pena, es escaparse para poder aspirar ese humo que te hace
olvidarte de todo, que te hace sentir en paz y no pensar en nada, pero también
sé que si entras ahí, muy poco puedes hacer para salir. A mí me ayudaron, y de
vez en cuando tengo ganas de volver, y ahora al verlo a él, me doy cuenta de la
suerte que tuve de salir.
-¿Quién
demonios te crees para decirme a mí lo que tengo que hacer?
-Alguien
con más experiencia en la vida que tú.
-Já,
solo eres un niño huérfano, un estúpido que no tenía nada y solo está en una
casa porque a esa familia en la que estás, le das pena.-una ira bastante
incontrolable me recorre el cuerpo, y siento ganas de coger al sujeto por el
cuello y demostrarle lo que este pobre niño huérfano puede llegar a hacer, pero
cuando voy a hacerlo, una mano me lo impide.
-Para,
por favor.-dice la voz que me hizo la entrevista, la que me hizo llegar aquí y
la que me dio una esperanza para seguir adelante, haciendo que detenga el acto
de empujarla para quitármela de encima. Giro la cabeza lentamente, y veo sus
pequeños ojos a través del cristal de sus gafas, y siento que solo le estoy
haciendo daño, que la estoy preocupando.-No sigas aquí, te expulsarán, te
necesito conmigo.-“te necesito conmigo” esas palabras son las que me hacen
alejarme un poco del porreta. Toco su mano con la palma de la mía, y la
acaricio antes de deslizarla por mi antebrazo.
-¿Solo
por qué te diga ella que te apartes, dejas la pelea?
-¿Nunca
has estado en una pelea de verdad? No se llama así hasta que hay golpes o
derribados, además no la dejo, solo la pospongo, dime dónde y cuándo, porreta,
y ahí estaré. Me lloraras de rodillas para que te deje ir.
-No
te creas tanto huérfano, seguro que las monjas no te enseñaban a pelear.
-Ellas
tal vez no, pero las peleas callejeras y mi entrenador de boxeo hicieron
maravillas en mi gancho.
-Eso
ya lo veremos, tengo ganas de probarte a ver si eres como dices ser.
-Soy
bastante mejor, porreta, y vas a pedirle a tu madre que no te deje volver, la
cuestión sigue siendo, ¿cuándo y dónde?
-Cuando
salgas de clase, al final de la cuesta, en el parque, no faltes, si no vete
despidiéndote de tu cabeza.
-Borja,
para vámonos, no le sigas el rollo.
-Que
no se te olvide, huérfano.
-Tranquilo,
será lo más divertido que haré en mucho tiempo. Disfrutaré destrozándote esa
cara.